martes, 12 de febrero de 2013

Obatalá y el poder de la palabra


Una de las normas del proceso de Consulta Oracular es realizar siempre las preguntas en sentido positivo; por ejemplo, en lugar de preguntar si me va a ocurrir una desgracia hoy, lo correcto es preguntar si me va a ir bien hoy. La principal razón de esta norma es, que todo lo que sale por nuestra boca es un decreto ley, energía cinética que hace girar los engranajes del universo a favor o en contra, según como sea utilizada.
El Odu de Ifá Ose Ofún hace referencia al poder de la oración para obtener milagros, este mismo Odu corresponde al Isalayé de Obatalá, es decir, el momento místico en que la energía de Obatalá bajó a la tierra. Obatalá es el Òrìsà que funge como representación terrenal del Padre Eterno “Olodumare”, a Él se le atribuye la creación y forma que tenemos los seres humanos. Obatalá rige el chakra de la garganta, y es allí donde se genera la voz; por ende, al utilizar nuestra voz estamos haciendo uso de la energía situada en ese chakra, la energía de Obatalá que hay en nuestro interior; y en consecuencia cada vez que hablamos estamos generando un proceso de creación.
Se dice que el universo desconoce el significado del vocablo “NO”, por tanto cuando utilizamos dicha expresión precediendo a alguna frase negativa, el universo únicamente interpreta el decreto que viene a continuación. Cuando un enfermo dice “no quiero morir” el universo interpreta “quiero morir”, así pues, lo coherente sería decir “quiero vivir”, “deseo la vida”. Cuando un pobre dice “detesto esta pobreza” en lugar de “deseo vivir en abundancia”; cuando alguien dice “eso es mucho para mi” en lugar de “voy a superarme porque yo lo merezco”, el universo se mueve en sentido del decreto que emitimos.
Esto a su vez, pone en evidencia las consecuencias de vivir con miedo. Así pues, cuando ignoramos el poder que está en nosotros como creadores nos encontramos frecuentemente en situaciones donde no nos atrevemos a revelarnos porque sencillamente creemos que nuestros miedos son superiores a nosotros, negándonos en esos momentos a aceptar que todos tenemos nuestro destino y que esa responsabilidad como toda responsabilidad esta acompañada de “autoridad” o “poder”.
Es nuestro compromiso desarrollar o “recordar” ese poder, pero también es necesario recordar que mientras transitamos por este plano lo normal es aprender a gatear antes de caminar y a caminar antes de correr.
Si vemos que nuestros decretos no se cumplen, es posible que aun no hayamos aprendido a gatear y ya deseemos correr. Cada encarnación es diseñada para que nuestro aprendizaje dure un promedio de 80 años, dividido en sus diferentes etapas.
Dice Ifá: “La mejor forma de no aprender nada es querer aprenderlo todo de un solo golpe”. Consecuentemente y de acuerdo a lo perfecto que resulta el tiempo divino, aprendemos en primer lugar, a fuerza de tropiezos y dificultades, lo que no debemos decir; luego, aprendemos lo que podemos decir y por ultimo, aprendemos a interiorizar aquello que decimos, es decir, a fusionar la energía de nuestro yo y la energía del universo que nos rodea mediante la palabra, mediante el decreto.
Dado que cada ser evoluciona a su propio ritmo y atado, por así decirlo, a las pautas de su karma; no todos aprendemos a la misma edad a tener control sobre nuestros decretos ni a manejar las consecuencias de esos decretos. A algunos, ni siquiera nos basta con 80 años para aprender a manejar adecuadamente ese poder.
Esta es una de las razones por las cuales la prosperidad está repartida en forma desproporcionada entre los seres humanos; es también la razón por la cual se evidencian hoy en día tan extrañas enfermedades y definitivamente, la existencia de tanta violencia es también consecuencia de ese mal uso de nuestro chakra del Òrìsà Obatalá.
No esperen descubrir palabras mágicas ni algún rezo yoruba o arameo o en alguna lengua mística, porque las palabras dichas sin la plena conciencia de su significado ni proyección, no fungen como decretos. Usen su idioma natal y acompañen todas y cada una de las palabras con la energía más poderosa que existe: el amor y la paciencia.
En la filosofía de Ifá las conversaciones banales, superfluas y sin propósito positivo son consideradas tabú porque alejan al ser humano de su Orí Superior, de su Yo Creador, tal como se menciona en el Odu Okana Ofun cuando Olódùmarè puso a los Ìrünmölé en el jardín conocido como Ogba Ase (Jardín del Orden) y les dijo que únicamente se abocaran a generar resoluciones o decretos positivos puesto que Él no concedería ningún decreto negativo. Olódùmarè dice que mientras más decretos positivos pronuncies, más se incrementará tu Ase, mientras más te esfuerces en imitar a Esù menor será tu poder o Ase.
La frase “imitar a Esù tiene como significado seguir o dejarse arrastrar por nuestro yo inferior y en esa gama están incluidas nuestras conversaciones para difamar; para criticar a otra persona sin que medie la presencia de dicha persona y con otra finalidad diferente a que esa persona se supere y a que todos podamos aprender de la experiencia; para quejarnos de la mala situación personal o colectiva; para maldecir y para desear el mal a cualquier criatura del universo.
Refrán: Si no tienes nada bueno que decir,