martes, 12 de febrero de 2013

El destino

Àyànmó, Àkúnlèyàn, Àkúnlègbá

El destino del hombre está enmarcado bajo tres aspectos fundamentales: Àyànmó, Àkúnlèyàn y Àkúnlègbá. Entender el significado de cada uno y como nos afecta la conjunción de los tres es uno de los primeros pasos para entender el compromiso personal que adquirimos con cada Àtúnwá (reencarnación) y la función de Ifá durante esa trayectoria.
Àyànmó: Se define como el aspecto predeterminado de nuestro destino. Dice el Odu Osa Meji que “el hombre es libre como el pájaro en la jaula”, pues estamos atados a nuestros kharmas; a nuestras deudas. Dicho de otro modo, si en el pasado hemos alterado negativamente el destino de otros, si hemos evadido lecciones que debimos haber aprendido; entonces estos serán con toda seguridad aspectos que obligatoriamente afectaran nuestra siguiente encarnación o àtúnwá.
El hecho de que un hombre nazca como rey y otro nazca como mendigo, es parte del àyànmó. La fecha de nuestro nacimiento y la fecha de nuestra muerte también son parte del àyànmó y sin embargo, ambas pueden ser alteradas positiva o negativamente.
Hago esta acotación porque en Ifá no existe el fatalismo(1) ni el determinismo(2), venimos al mundo (aiyé) porque así lo decidimos cada uno de nosotros, el momento (lugar, fecha y hora) de nacer viene dado por la sumatoria de todas las energías o factores que deben confluir para que haya un equilibrio en el universo al momento de nuestra encarnación, sin embargo este momento puede verse perturbado por energías en oposición que no han sido neutralizadas previamente. Esto pudiese ocasionar bien un nacimiento por cesárea o una muerte prematura del feto, por ejemplo, al quedar ahogado por el mismo cordón umbilical.
Àyànmó marca tendencias y aspectos que el alma encarnada debe vivir o debe transitar con una finalidad específica. El tiempo que ella tarde en evolucionar al siguiente aspecto de su àyànmó es exclusivamente responsabilidad de su libre albedrío, lo cual sugiere la idea que nadie esta preservado ni condenado, a vivir toda su vida terrenal bajo un aspecto especifico sea este positivo o negativo.
Para entender la diferencia entre Àyànmó (Predeterminación en Ifá) y determinismo hay que enfocarse en resultados mas que en circunstancias. No es relevante la forma como cada uno supera una etapa, pueden existir muchos caminos para llegar a un mismo destino; por ejemplo:
·        Debo aprender, en esta encarnación (àtúnwá), a no apropiarme de lo que no me pertenezca, sin embargo, las circunstancias en que me toca aprender esta lección son de relativa pobreza por lo que a la primera persona que Esù me envía para que le haga un trabajo le pido mas materiales de lo que realmente necesito o lo engaño con el costo de mi servicio.
·        Para este momento ya perdí una oportunidad de aprender mi lección.
·        Paso, luego de esto, un tiempo largo de necesidades materiales y cuando se me presenta una nueva oportunidad de trabajo con otro cliente, repito el mismo error, pero esta vez le cobro el doble de lo que le cobré al anterior para prever que pueda pasar otra vez mucho tiempo sin conseguir trabajo. Segunda oportunidad perdida de aprender mi lección.
·        Inmediatamente, me enfermo y debo utilizar casi todo lo que le quité al cliente para curarme.
·        Luego de múltiples errores, teniendo en cuenta que ese número (de errores) lo decido yo con cada nueva oportunidad, me propongo ser honesto con mis clientes. Entonces comienzo a observar que con cada nueva oportunidad, mis condiciones económicas mejoran y mis altibajos de salud desaparecen y mi situación se vuelve más estable.
·        He aprendido esta lección y me he dado cuenta que la vida nos proporciona lo necesario para cada necesidad, que cuando tenemos mas de lo que necesitamos, también debemos pagar mas y la forma de pagar más dependerá de las lecciones que debamos aprender, unos pagan con su salud o la de su familia, otros pagan por ser liberados de un secuestro, otros pagan haciendo donaciones a fundaciones de ayuda, otros pagan con ofrendas para evitar cualquier peligro sobre ellos o sobre sus familias.
Esta lección aprendida, o por aprender, marca la diferencia entre Àyànmó y determinismo, pues en la creencia determinista todas las calamidades que le sucedieron al personaje del ejemplo son simplemente consecuencia de sus acciones sin una finalidad especifica o predeterminada.
Àyànmó en su traducción literal significa “Nosotros escogemos conocer o aprender”, lo cual nos ofrece una idea clara de que, aun cuando esas opciones son parte de una lista predeterminada, somos nosotros mismos quienes elegimos vivir ese destino predeterminado y que aceptamos la oportunidad de aprender esas lecciones. 
Àkúnlèyàn: La traducción literal sería “Nos arrodillamos en el piso para elegir o escoger”. Se define como el aspecto electivo de cada àtúnwá (encarnación). Antes de venir a Aiyé (al plano tierra), el alma pasa por el palacio de Olodumare(1) a solicitar permiso para su próximo viaje. Allí manifiesta su voluntad sobre lo que desea experimentar, sobre qué proyectos desea llevar a cabo.
Cabe destacar que a toda propuesta que hagamos, Olodumare dice “Amen”; sin embargo, veremos en Àkúnlègbá que aunque Olodumare apruebe nuestra solicitud, la misma no siempre se concreta.
Proyectos como: ser músico, escritor, ladrón o soldado; formar una familia; ayudar a otro ser, a un grupo de seres o a la humanidad en general, pudieran ser parte de Àkúnlèyàn siempre que el alma así lo decida.
Estos proyectos o dharma permiten al alma explorar aspectos no obligatorios de su existencia, bien para realizar avances en su evolución bien para ayudar a otros a alcanzar sus respectivos karmas y dharmas.
Àkúnlèyàn se puede considerar como el dharma y Àyànmó como el kharma.
Àkúnlègbá: La traducción literal sería “Nos arrodillamos en el piso para recibir y para dar”. Àkúnlègbá es la fase donde propiamente se desarrolla mi destino; es donde recibo la ayuda necesariamente imprescindible y doy de mí el esfuerzo necesario para lograr cada objetivo.
Nuestra disposición a “dar y recibir”, es exactamente la definición de libre albedrío y es lo que hace que no necesariamente se logren todos los objetivos en cada Àtúnwá (encarnación).
El libre albedrío es un elemento común para los tres aspectos definidos del destino, sin embargo, mientras en los dos anteriores éste, es meramente electivo, en Àkúnlègbá se concreta como acción y reacción, donde cada decisión que tomamos en la vida puede estar en pro o en contra de un proyecto o de un karma previamente aceptado.
Ejemplo: Una mujer durante Àkúnlèyàn solicita tener 3 hijos, sin embargo, su primer embarazo es un embarazo no deseado con una persona que ella considera inapropiada para ser el padre de su hijo y decide practicarse un aborto aun en contra de todos los consejos que puedan darle. Entonces, se presenta una complicación que da como resultado la imposibilidad de tener más hijos.
Otro ejemplo menos traumático y más clásico podría ser el de un individuo que desea ser historiador, pero en su etapa de aprendizaje inicial resulta ser un adolescente rebelde que se niega a estudiar, a tener algún tipo de disciplina y peor aún, se niega a aprender a leer y escribir. Al hacerse adulto, la falta de conocimientos le obliga a tomar los empleos menos remunerados, con jornadas más agotadoras que, aunado a su falta de disciplina, van haciendo mas cuesta arriba el logro de su objetivo hasta que finamente todo queda como un sueño frustrado.
Es en Àkúnlègbá donde entramos en contacto con el elemento conspirador, es decir, con el Òrìsà Esù. Digo conspirador porque Esù será quien provea todos los escenarios necesarios para desarrollar las vivencias de nuestro Àyànmó y nuestro Àkúnlèyàn; y sin importar cual sea nuestra decisión en cada paso Él se mantendrá firme y constante hasta tanto hayamos cumplido nuestro karma o hasta el momento de nuestra muerte.
Esù proveerá igualmente los eventos necesarios para lograr nuestros proyectos de Àkúnlèyàn si permanecemos alineados a nuestro destino o proveerá tropiezos constantes si simplemente nos enfocamos en nuestros proyectos y nos olvidamos de nuestros deberes o karmas (Àyànmó)
El universo está dotado de energía en constante movimiento, donde nuestro “yo” ejerce influencia en lo que sucede a nuestro alrededor y viceversa. Esto indica que es relativamente fácil perder la alineación con nuestro destino, en cuyo caso las señales de alerta no se harán esperar, manifestándose a través de eventos “causales” que serán simplemente un indicativo de la necesidad de alinearse nuevamente en caso que podamos identificar la desviación; o la necesidad de buscar el consejo de Ifá para esclarecer el origen de la misma.
El Oráculo de Ifá a través de Dafá(2) esta enfocado con mayor énfasis en Àkúnlègbá porque es ahí donde se manifiestan y se gestionan las desviaciones o las concreciones de todo nuestro destino, tanto el predeterminado como el meramente electivo. Dafá nos permite conocer no sólo donde estamos desviándonos sino como utilizar elementos naturales para ayudarnos a volver al camino.
La Filosofía de Ifá hace especial hincapié en afinar nuestra relación con el Òrìsà Esù como base del éxito.
Estar en alineación con nuestro destino significa estar en sintonía con nuestro Esù personal, lo cual no se traduce en hacer sacrificios constantes a este Òrìsà pues depende más de nuestra disposición a cambiar actitudes o directrices erradas que en poner paños de agua tibia cada vez que cometemos un error tratando de descargar nuestra responsabilidad en el Òrìsà o pagando con un sacrificio por nuestra falta de voluntad o por nuestra ignorancia. En este sentido es importante recalcar que toda vida es sagrada, que únicamente en casos muy puntuales es justificable el sacrificio y no debe por tanto convertirse en una receta cotidiana para tapar una falta de orientación clara, o para tapar el menosprecio hecho por la persona a la orientación ofrecida por el sacerdote.
Aboru Aboye Abosise
Que su Orí los guíe y el Padre Eterno los bendiga.
Babá Fáomaa Osalofogbelló
José Luis Fernández